sábado, agosto 26, 2006

GUÍA EN PROSA PARA ESCUCHAR JAZZ

pintura: Sanat Resimleri
I
Un saxofón es un molino donde la
carne se vuelve harina de lenguajes.
El piano como sudario de las manos,
el aliento que salta entre acordes y violentas sutilezas espontáneas.
Música del error, los nervios, la trémula seguridad.
Cuando algún dios remueve las conciencias
con hondas advertencias lo hace con voz de contrabajo.
En las fiestas de todos los cielos y todos los infiernos suena el Bebop.
En los casamientos de todas las deidades suena un Swing.
Desde Nueva Orleáns, Cristo ya no escucha a Bach.
Ni el Brahmán sus cítaras.
El Ying Yang es tan solo el ritmo y las escalas.
Todos los dioses, fantasmas, fuerzas mágicas, duendes, patasolas se pueden invocar con música de Coltrane.
Los milagros suenan como una big-band.
Cuando un romance es amistad pura, Ella y Louis celebran en el fondo.
La melodía es solo el último recurso
del inmenso abecedario de la música del hombre.
No hay música más humana que la que obliga a un ser-pájaro a no hablar más
con la voz del diccionario.
Trampas al oído, espanta-tontos: la música de Júpiter improvisa frenética
mientras irónica se disfraza de fondo de restaurantes.

II
No eran los germanos gritos orquestales de Wagner
la banda sonora de las tres transformaciones.
Al igual que la vida, que es caos, los llantos del jazz se vuelven
frenéticos, una onda que estremece a la insolente unidad indivisible.
(Charcos de sangre revuelta en las baldosas de un estudio: cuarteto de Jazz).
A veces un diálogo de batería y trompeta
es multiplicidad e individualidad, revueltos en una sopa de verduras expresivas, de especias picantes, de sensaciones agridulces, tentaciones transfiguradoras.
Los sonidos se entrelazan en un juego de creación y destrucción, donde los acordes son el sebo que sale de los brazos.
La guerra, el poder, la lucha; es Piano vs. Bajo.
Es un astillero de octavas que se lanza en ristre contra la cortante batería.
Hombres que se vuelven cobre, dedos de madera, ojos de cuerda, lenguas de aluminio; negros que dejan de ser negros y se vuelven de pronto mensajeros de las entrañas del mundo, los estómagos de los guerreros.
Nunca la música fue tan auténticamente violenta.
Los que tocan jazz son kamikazes que aniquilan sus vidas
estrellando sus instrumentos contra el pecho.
Harakiri de pentagramas olvidados.

III
Cuando se está falsamente triste, Miles Davis.
Cuando se está irremediablemente sensual, Chet Baker.
Cuando se está insoportablemente trascendental, John Coltrane.
Cuando quieras vivir en una película de Woody Allen , Benny Goodman.
Cuando se está ridículamente tierno, Art Tatum.
Cuando se está risueño, Louis Armstrong.
Cuando hablas y nadie te entiende, Thelonius Monk.
Cuando te sientes un romántico frustrado, Charlie Parker.
Cuando se es tan sensible como una herida, Ella Fitzgerald.
Cuando te crees a la vanguardia, Ornette Coleman.
Cuando te crees tan excéntrico, Charles Mingus.
Cuando eres tan melancólico, Sarah Vaughan.
Cuando te sientes tan latino, Arturo Sandoval.
Cuando sientes que tienes alma de jugador, Count Basie.
Cuando eres seductor y te da por los clichés, Les Brown.
Cuando eres un conversador impulsivo, Dizzy Gillespie.
Cuando te sientes tan sublime, Keith Jarrett.
Cuando te crees tan polígamo, Stan Getz.
Cuando eres tan cursi y tan simplón, Kenny G.